En los últimos meses se ha extendido en EEUU y Reino
Unido la creencia de que las mujeres que acaban de dar a luz se recuperarán más
rápidamente del parto si ingieren placenta. De hecho, en Oregón ha entrado en
vigor una ley que permite a las parturientas llevarse su propia placenta y
desde 2010 opera en Reino Unido la empresa Independent Placenta Encapsulation
Network (IPEN), que elabora pastillas y batidos a base de la capa uterina.
La creadora de IPEN, Lynnea Shrief, asegura que el
consumo de placenta puede aumentar el suministro de leche, reducir el impacto
de la depresión post-parto y mejorar la sensación de bienestar. El precio de
las cápsulas es de unos 182 euros y cada batido cuesta 29 euros.
Sin embargo, los riesgos para la salud de esta práctica
han obligado a la empresa a finalizar su actividad, según informa la BBC. Una
sentencia asegura que este producto debe dejar de comercializarse ya que la
placenta puede tener la bacteria Staphylococcus aureus, presente en la vagina
del 10 % de las mujeres, y ese control es ajeno a la empresa comercializadora.
Por su parte, IPEN argumenta que la sustancia se debe
enfriar a 8 grados centígrados dentro de las cuatro horas siguientes al
nacimiento y que siempre pide un historial de la placenta que recibe.
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