Un nuevo estudio dirigido por un investigador español
perteneciente a la Universidad de Bristol ha revelado la importancia del
fenómeno meteorológico de El Niño para la evaporación de agua en los
continentes.
El ciclo del agua
comienza en los océanos, donde se evapora y se desplaza en forma de nubes hacia
los continentes lugar en el que finalmente precipita. Parte de esta lluvia
recarga nuestros acuíferos y es aprovechada por los animales y las plantas,
mientras que la parte restante vuelve al mar a través de los ríos. Así nos lo
explicaban de manera sencilla en el colegio. Sin embargo, múltiples
investigaciones científicas a lo largo de los años han subrayado la importancia
de un factor esencial en el este ciclo: la evapotranspiración. Básicamente se
trata de la evaporación de agua en los continentes, mayoritariamente a través
de la vegetación, en el proceso conocido como transpiración.
A priori, la
evapotranspiración puede utilizarse como medida del calentamiento global, dado
que con el aumento de las temperaturas cabe esperar que la evapotranspiración
sea más intensa. Ahora, gracias a los datos aportados por los satélites durante
las últimas tres décadas, una nueva investigación ha comprobado el papel de este
proceso. Como explica Diego G. Miralles, autor principal de la investigación,
“solo en latitudes septentrionales la evaporación se ha incrementado a la
velocidad esperada. En el resto de zonas continentales, el efecto de las
oscilaciones climáticas naturales de El Niño y La Niña (ciclos casi periódicos
de temperatura oceánica que originan lluvias torrenciales y sequias en los
trópicos) han sido un factor mucho mas determinante para la evapotranspiración
que el calentamiento global”.
En temporadas de
El Niño las lluvias en Sudáfrica y Australia se ven reducidas drásticamente, lo
que provoca a su vez una reducción en la transpiración de las plantas, que
también frenan su actividad fotosintética para evitar secarse. Como apunta el
investigador principal del artículo publicado en Nature Climate Change, “estas
reducciones regionales de la transpiración son tan intensas que el volumen
total de vapor de agua desde los continentes a la atmósfera se ve severamente
mermado a escala global”. Y añade, “el futuro del ciclo terrestre del agua
depende en gran medida de cómo el ciclo de El Niño y La Niña reaccione al
cambio climático. Por lo tanto, deberíamos prestar atención a los fenómenos
oceánicos en nuestros estudios de la futura disponibilidad de agua en los
continentes”.
Miles de
investigadores en todo el mundo analizan datos provenientes de modelos
climáticos y satélites para anticiparse al destino del clima. Este estudio da
un paso más en la comprensión del ciclo del agua y la climatología global a
través de un fenómeno tan importante como el ciclo de El Niño y La Niña.
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