Según recogen en un estudio publicado en la revista PLOS
ONE, varias colonias de pingüino emperador, una especie que sólo vive en la
Antártida, reaccionaron ante el retraso en la congelación del suelo marino (en
el que habitualmente pasan la temporada de reproducción y cría) desplazándose a
plataformas de hielo glacial de difícil acceso para ellos.
Hasta ahora, se consideraba que la inmensa mayoría de
estos animales vivían en el hielo marino, como mostraban 44 de las 46 colonias
de emperador localizadas. Las dos comunidades restantes eran de pequeño tamaño
(con 250 y 2.900 parejas respectivamente): una de ellas vivía en un lago helado
mientras que la otra había elegido una roca. Se estima que la población media
de una colonia ronda las 5.500 parejas.
Para sorpresa de los científicos, no parece que los 30
metros de altura que tuvieron que escalar para llegar al acantilado glacial
(unas formaciones que pueden alcanzar los 60 metros) fueran un obstáculo
insalvable para estas aves, que no pueden volar y superan el metro de altura. Y
es que, aunque el emperador es un excelente buceador capaz de sumergirse a más
de 500 metros de profundidad para buscar alimento, es poco ágil cuando se mueve
por tierra.
De hecho, tienen fama de ser bastante torpes cuando están
fuera del agua, donde cazan la comida con la que alimentan a sus retoños.
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