Según recogen en un estudio publicado en la revista PLOS
ONE, varias colonias de pingüino emperador, una especie que sólo vive en la
Antártida, reaccionaron ante el retraso en la congelación del suelo marino (en
el que habitualmente pasan la temporada de reproducción y cría) desplazándose a
plataformas de hielo glacial de difícil acceso para ellos.

Para sorpresa de los científicos, no parece que los 30
metros de altura que tuvieron que escalar para llegar al acantilado glacial
(unas formaciones que pueden alcanzar los 60 metros) fueran un obstáculo
insalvable para estas aves, que no pueden volar y superan el metro de altura. Y
es que, aunque el emperador es un excelente buceador capaz de sumergirse a más
de 500 metros de profundidad para buscar alimento, es poco ágil cuando se mueve
por tierra.
De hecho, tienen fama de ser bastante torpes cuando están
fuera del agua, donde cazan la comida con la que alimentan a sus retoños.
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