Las manecillas no se han movido. El llamado «Reloj del
Juicio Final», que representa en minutos para la medianoche cuánto le queda a
la especie humana para su destrucción total, permanece intacto este año
respecto al anterior, una posición fija en la esfera desde enero de 2012. El
reloj, creado en 1947 en la Universidad de Chicago, es un indicador
universalmente reconocido de la vulnerabilidad del planeta. Según ha anunciado
en el Boletín de Científicos Atómicos el grupo de investigadores que lo regula,
la civilización sigue en riesgo por la continua la amenaza de las armas
nucleares -creciente en algunos países-, los limitados esfuerzos por luchar
contra las emisiones de dióxido de carbono que causan el cambio climático y el
peligro de las armas cibernéticas, un ejemplo más de las dificultades que tiene
el ser humano para lidiar con sus propias tecnologías.
Este reloj se acerca o se aleja de la medianoche según la
situación política, científica y militar en todo el mundo. El comité de
científicos del boletín, con ayuda de un grupo de expertos, entre ellos 18
premios Nobel, decide adelantarlo o retrasarlo cada año. En esta ocasión, los
científicos concluyen que el riesgo de una catástrofe tecnológica mortal para
la civilización sigue siendo alta, y que las manecillas, por tanto, deben
permanecer a cinco minutos para la medianoche.
Según explican en sus consideraciones, enviadas en una
carta al secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, el mundo ha
logrado avances limitados en la reducción de la amenaza que representan las
armas nucleares. El más notable de ellos, consideran, es el acuerdo provisional
entre los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU,
Alemania e Irán para elaborar un «plan conjunto de acción» sobre el programa
nuclear iraní. Además, en el último año «un número significativo de países han
tomado medidas para reducir sus existencias de material para construir armas
nucleares y para reforzar la seguridad en los almacenes nucleares que les
quedan». Sin embargo, arsenales «descomunales» permanecen en Estados Unidos y
Rusia, y los de algunos países -en particular India, Pakistán y China- parecen
estar creciendo.
El boletín observa que después de que Rusia ofreciera
asilo político a Edward Snowden, el exanalista de la Agencia de Seguridad
Nacional de EE.UU. que filtró documentos clasificados, el presidente Barack
Obama canceló una cumbre prevista con el líder ruso Vladimir Putin, y no ha
habido movimientos significativos en acuerdos nucleares entre los dos países.
«Robots asesinos»
Mientras tanto, a pesar de que los científicos consideran
que ha habido una «evolución positiva» en el campo de las energías renovables,
se han estancado los esfuerzos a nivel mundial para reducir las emisiones de
dióxido de carbono, y los programas en su apoyo «se utilizan como balones
políticos en varios países industrializados». Por si fuera poco, más allá de
las amenazas nucleares y climáticas, existe una gama de peligros emergentes,
«desde las armas cibernéticas a robots asesinos», que desafían aún más la
capacidad del ser humano para gestionar sus tecnologías más avanzadas. «Podemos
manejar nuestra tecnología o ser víctimas de ella. La elección es nuestra, y el
reloj sigue en marcha», señalan los científicos.
Las agujas del reloj han estado en varias ocasiones muy
cerca de la hora del desastre. El peor momento fue en 1953, cuando se colocaron
a dos minutos de las doce a causa de la primera explosión de una bomba de
hidrógeno por parte de Estados Unidos. La Guerra Fría provocó también un
momento crítico durante el mes de octubre de 1962, cuando Rusia instaló misiles
en territorio cubano. En 1984, cayó a tres minutos debido a un aumento en la
carrera armamentística entre ambas potencias y en 1991 alcanzó su punto más
alejado gracias al tratado START de reducción de armamento nuclear. La nueva
decisión advierte al mundo de que no debe dormirse en los laureles.
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