«He esperado 110 años para ser famosa y pretendo
aprovecharlo tanto como pueda». La francesa Jeanne Calment no bromeaba cuando
pronunció estas palabras durante uno de sus cumpleaños. Aunque ya era una
celebridad en Arlés, la localidad de la Provenza francesa en la que nació en
1875, disfrutó de su fama otros 12 años. Falleció al 4 de agosto de 1997,
cuando tenía 122 años, cinco meses y 14 días. Una edad récord que la convirtió
en la persona más longeva del mundo cuya edad ha podido ser documentada. Y es
que uno de los principales problemas a la hora de estudiar a los
supercentenarios (personas que han cumplido 110 o más años) es la dificultad de
confirmar su edad por la escasez o poca fiabilidad de los registros. El caso de
Jeanne Calment, a la que nadie ha superado en edad, y el de otros
supercentenarios son seguidos con interés por los demógrafos que investigan las
claves de su longevidad y cuál es el límite para la vida.
Desde 1990, alrededor de 20 personas en todo el mundo han
llegado a los 115. Según un estudio liderado por Bernard Jeune en el que
también participó James Vaupel, las trayectorias vitales de los ciudadanos
estudiados no tienen apenas puntos en común, más allá de que «nunca habían sido
obesos y de que, o bien no fumaban, o fumaban poco».
La propia Calment, que atribuía su longevidad a su
sentido del humor, se permitía un cigarrillo al día, junto con una copita de
oporto. Como buena francesa, disfrutaba del vino y de la buena mesa, y tomaba a
diario chocolate o algún dulce. Al igual que su marido, que murió en 1942 (a
los 74), caminaba mucho. Tuvieron una hija, que murió en 1934 a los 36 años.
Vivió sola hasta los 110, cuando fue trasladada a una residencia después de que
provocara un incendio en su casa debido a una imprudencia con una vela. Pero lo
hizo a regañadientes. Cuando cumplió 120 años y 238 días, arrebató el Récord
Guinness de longevidad al japonés Shigechiyo Izumi, que falleció en 1986.
La gran mayoría de los supercentenarios son mujeres,
confirmando que ellas son más longevas: «Ocurre en todos los países. La razón
principal es que cuidan mejor su salud. En todos los tramos de edad suelen
tener los mismos problemas de salud y con la misma frecuencia que los hombres,
pero suelen ir al médico y hacerle caso. Y si tienen un problema grave o dejan
de valerse por sí mismas, sobreviven más tiempo. Por otro lado, asumen menos
riesgos y hacen menos cosas estúpidas que los hombres, como conducir
borrachas», dice Vaupel. El número de centenarios en países como España o
Alemania se dobla cada ocho años. Según el INE, en 2013 había en España 12.915
personas con 100 o más años. De ellas, 223 tenían 110 o más.
«La cuestión no es si viviremos hasta los 90 o 100 años.
Para mí el límite de la vida es llamativo pero secundario. La cuestión
importante es cómo viviremos los años ganados a la muerte, si posponemos las
limitaciones funcionales y la discapacidad. No hay respuesta clara de los
científicos a esta cuestión», apunta Antonio Abellán, investigador del CSIC.
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