Investigadores de Japón, Brasil y Suiza han encontrado
cuatro especies de insectos del género Neotrogla –pertenecientes al orden de
los psocópteros o piojos de los libros– en los que se invierten las
características sexuales. Estos animales miden entre 2,7 y 3,7 milímetros y se
han descubierto en el interior de cuevas brasileñas.
Al contrario que en la mayoría de las especies, las
hembras de estos insectos cavernícolas tienen una estructura en forma de pene
que los científicos han llamado ‘ginosoma’, mientras que los machos presentan
un órgano sexual arqueado con aspecto de vagina. Los detalles se publican en la
revista Current Biology.
“Al tener pene,
las hembras de Neotrogla parecen ser masculinas, excepto porque producen óvulos
y poseen estructuras relacionadas con la puesta de huevos”, aclara a Sinc
Kazunori Yoshizawa, investigador de la Universidad de Hokkaido (Japón) y autor
principal del estudio. “Las hembras de este género probablemente son las más
masculinas entre todos los animales descubiertos hasta la fecha”.

El ‘pene’ de la hembra tiene unas espinas –diferentes en
cada especie de Neotrogla– con las que sujeta fuertemente al macho durante la
cópula, que puede durar un tiempo sorprendente: de 40 a 70 horas. El macho se
coloca debajo de la hembra y esta inserta su pene en la 'vagina' del macho para
tomar su esperma.
La parte membranosa del pene se hincha dentro de la
cámara genital masculina, y las numerosas espinas de la membrana unen
internamente a la hembra con el macho. El estudio sugiere que las espinas del
‘ginosoma’ pueden ayudar a la estimulación genital, pero su función de anclaje
parece predominar.
De hecho, cuando los investigadores trataron de separar a
una pareja de esos insectos durante el coito, tirando de los dos, se quedaron
con gran parte del cuerpo del insecto pero la zona del acoplamiento genital
quedó unida. Según los expertos esto muestra el control que ejerce la hembra
sobre el macho.
“Es muy probable que todo el proceso de apareamiento sea
controlado activamente por las hembras, mientras que los machos son más bien
pasivos. El pene femenino, al tener esta función de anclaje, resulta un
dispositivo ideal para controlar la cópula activamente”, subraya Kazunori.
Los investigadores especulan que la inversión sexual de
estos insectos puede haber evolucionado así debido al ambiente con pocos
recursos propio de las cuevas donde habitan. Posiblemente, los machos de este
género proporcionan unos nutritivos regalos seminales junto al esperma que
entregan a la hembra.

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