La medicina regenerativa parece no tener límites. Ahora
es el turno de la vagina, el conducto fibromusculoso que une el útero con la
vulva en la especie humana y que cumple una función reproductiva.
Un equipo de investigación liderado por Anthony Atala, director
del Instituto de Medicina Regenerativa del Wake Forest Baptist Medical Center
(EE UU), ha descrito en la revista The Lancet el logro a largo plazo conseguido
en cuatro adolescentes que recibieron este órgano genital interno –diseñado a
partir de las propias células de las jóvenes–.
"Este estudio piloto es el primero en demostrar que
la vagina puede ser construida en el laboratorio y utilizada con éxito en
humanos", explica Atala. "Esto puede suponer una nueva opción para
los pacientes que requieren cirugía reconstructiva vaginal", tras un
cáncer vaginal o lesiones en la zona.
En este caso, las cuatro adolescentes que participaron en
el estudio nacieron con el síndrome de Mayer-Rokitansky-Küster-Hauser (MRKH por
sus siglas en inglés), una condición genética rara en la que la vagina y el
útero están subdesarrollados o incluso ausentes.
Las chicas tenían entre 13 y 18 años de edad en el momento
de las cirugías, realizadas entre junio de 2005 y octubre de 2008. Los datos de
las visitas anuales de seguimiento han confirmado que, incluso hasta ocho años
después de las operaciones, los órganos mantienen su función normal.
"Tanto las biopsias tisulares, como las imágenes por
resonancia magnética y los exámenes internos mostraron que las vaginas de
ingeniería fueron similares a la estructura y función del tejido nativo”,
sostiene Atlántida Raya Rivera, autora principal y directora del Laboratorio de
Ingeniería de Tejidos en el Hospital Infantil de México Federico Gómez, donde
se realizaron las cirugías.
Asimismo, las respuestas de las pacientes al índice de la
función sexual femenina (FSFI) revelaron que estas tenían una respuesta normal
después del tratamiento, incluyendo deseo y relaciones sexuales sin dolor.
Las estructuras de los órganos fueron diseñadas
utilizando músculo y células epiteliales (las que recubren las cavidades del
cuerpo) a partir de una pequeña biopsia de los genitales externos de cada
paciente. Las células se extrajeron de los tejidos, se expandieron y luego se
colocaron sobre un material biodegradable que fue cosido a mano dándole una
forma similar a una vagina.
Estos andamios se hicieron a medida para adaptarse a cada
mujer. Alrededor de cinco a seis semanas después de la biopsia, los cirujanos
construyeron un canal en la pelvis del paciente y suturaron dicho armazón a las
estructuras reproductivas pertinentes.
Los autores subrayan la limitación debido al pequeño
tamaño de la muestra, por lo que apuntan la importancia de ganar más
experiencia clínica con la técnica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario