Las tierras altas, a 2.000 metros de altitud o más, son
consideradas remotas y marginales. Muchos antropólogos, arqueólogos e
historiadores han asumido que las sociedades antiguas tenían poco interés en
esas áreas. Los resultados de un extenso estudio, presentado recientemente,
muestran sin embargo evidencias de actividad humana, remontándose hasta 8.000
años atrás, en zonas a gran altitud de las laderas de los Alpes franceses.
El estudio, de catorce años de duración, en el Parque
Nacional de Écrins, situado en los Alpes Meridionales, realizado por un equipo
internacional dirigido por Kevin Walsh, arqueólogo de la Universidad de York en
el Reino Unido, y por Florence Mocci del Centro Camille Jullian, dependiente
del CNRS (el Centro Nacional francés para la Investigación Científica), es una
de las investigaciones arqueológicas más detallas llevadas a cabo en zonas de
gran altitud. Revela una historia de ocupación y actividad humana en una de las
regiones más inhóspitas del mundo, desde el Mesolítico hasta el período
postmedieval.
El trabajo realizado incluye excavaciones que han sacado
a la luz una serie de cercados o recintos análogos para animales, así como
refugios o viviendas para seres humanos, un conjunto al que se le considera
ahora como una de las más complejas estructuras de la Edad de Bronce
encontradas en Los Alpes.
Los hallazgos hechos en las excavaciones demuestran que
el Ser Humano realizó en esas tierras actividades que modificaron el paisaje
alpino, a través de la Edad del Bronce, la del Hierro, la era del Imperio
Romano y la época medieval, constituyendo núcleos de población que pasaron de
un estilo de vida típico de cazadores a otro más sofisticado basado en sistemas
agrícolas y ganaderos, con actividades que incluían guiar ganado hacia los
pastos alpinos estacionales, en la forma de pastoreo conocido como de
trashumancia.
En el estudio también se han descubierto evidencias de
campamentos de caza de la Edad de Piedra en las zonas de alta montaña del
límite superior más allá del cual ya no crece vegetación boscosa, a 2.000
metros de altitud, e incluso más arriba, un entorno en el que tales cazadores
fueron por lo visto capaces de afrontar las durísimas condiciones del entorno,
sin ninguna de las comodidades y ayudas de que disponen los montañeros de
nuestros días.
Otros hallazgos incluyen una punta de flecha de pedernal
neolítica, encontrada nada menos que a 2.475 metros de altitud, a la que ahora
se considera como la punta de flecha descubierta a mayor altitud en los Alpes.
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