jueves, 28 de noviembre de 2013

Hormonas, así controlan tu vida

En su libro Lo esencial en el sistema endocrino y reproductor, Madeleine Debuse las define como “sustancias químicas producidas por el cuerpo que controlan numerosas funciones corporales”. Una descripción que deja constancia de lo mucho que pueden llegar a abarcar las hormonas. En palabras del investigador Luis Miguel  García, del Instituto Cajal del CSIC, en Madrid, son “sustancias químicas que, moviéndose a través de la sangre, comunican a las células de un órgano con las de otro”. Este experto en hormonas sexuales, que estudia su influencia en algo tan alejado de los genitales como es el cerebro, advierte de que la idea de que provienen siempre de una  glándula “se ha quedado anticuada”. Hoy se sabe que son legión los órganos que las producen, desde el cerebro hasta las células adiposas de todo el cuerpo.
 En cuanto a su misión, están involucradas en mecanismos tan distintos como el crecimiento, la reproducción, la memoria y las emociones, entre otros muchos. De hecho, su función global es coordinar la actividad de las células de distintos órganos y mantener el equilibrio homeostático, esto es, velar por que todos los parámetros vitales se mantengan dentro de una serie de constantes y  nos encontremos sanos.
 Sin embargo, para que una hormona mande un mensaje a una célula, debe haber una proteína receptora. Si esta falla, la célula no recibe el mensaje y las consecuencias, por lo general, son desastrosas para la salud.
En la actualidad, la ciencia trabaja con hormonas como posible solución a las lesiones cerebrales, la obesidad o el daño cardiaco. Se acaricia, incluso, la idea de usarlas para fabricar el elixir de la felicidad. Lo que sabemos de ellas es solo una sombra de todo lo que queda por averiguar. Por eso, su estudio está muy lejos de haber finalizado.
Dopamina, la reina del placer
Para que uno de los múltiples mensajeros químicos del organismo se pueda definir como hormona es condición  necesaria que utilice el conducto sanguíneo para comunicar órganos distintos. De ahí que exista cierta polémica sobre si algunos neurotransmisores –cuya función principal es llevar mensajes entre las neuronas, todas en el cerebro– son o no hormonas. Con la dopamina, no existen dudas. Además de su importante papel como neurotransmisor, viaja por la sangre desde las glándulas suprarrenales a diferentes partes del cuerpo. Y esos largos recorridos se corresponden también con sus múltiples funciones. Pero es su papel en las emociones lo que más ha atraído la atención de los  científicos en los últimos años. Un experimento dado a conocer en Nature Neuroscience demostraba cómo escuchar música que nos gusta provoca la secreción de dopamina. Lo mismo ocurre con la sensación de estar enamorado.
Quizá su relación con el placer explica su papel en las adicciones.
En medicina, hasta ahora su aplicación clínica más conocida es en el tratamiento del párkinson.
Tiroxina, la reguladora del metabolismo
En ocasiones, un conjunto de reacciones bioquímicas se esconde detrás de la pérdida o aumento exagerado de  peso. Cuando esto ocurre, es debido a una mala regulación de la tiroxina, la principal hormona segregada por la glándula tiroidea, que se localiza debajo de la nuez y sobre la tráquea. Su hiposecreción es la responsable de ralentizar el metabolismo, lo que puede producir aumento de peso, debilitamiento muscular, incremento de la sensibilidad al frío, disminución del ritmo cardiaco y una pérdida de las actividades mentales de alerta. Cuando se segrega en exceso, los efectos, igualmente indeseables, son justo los opuestos.
Actualmente en medicina se utiliza para tratar enfermedades causadas por deficiencia del tiroides.

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