La comida, el dinero, el sexo, las drogas y el rock and
roll estimulan la liberación de dopamina en distintas áreas del cerebro, lo que
provoca sensación de placer. A este circuito se le llama sistema de recompensa.
Desde hace tiempo se conoce la anhedonia, un trastorno en
estas vías que impide sentir placer.
Ahora, la revista Current Biology publica una
investigación que muestra la existencia de unas vías nerviosas únicas para la
música en este sistema de recompensa. Con este estudio se demuestra que pueden
haber vías específicas para sentir el placer de la música, diferentes al de
otro tipo de estímulos.
El trabajo, realizado por investigadores de la
Universidad de Barcelona (UB) y el
Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (IDIBELL), en colaboración
con el Instituto Neurológico de Montreal (Canadá), analiza la anhedonia musical
en personas que no disfrutan con la música.
Para identificar a estos voluntarios que no se
emocionaban con la música aunque la percibieran bien, los científicos diseñaron
un cuestionario que se puede responder en esta web: http://www.brainvitge.org/bmrq.php
Además, los autores llevaron a cabo una serie de
ejercicios para estudiar si su sistema de recompensa se activaba ante otro tipo
de estímulos como el de recibir dinero.
El primero de los ejercicios consistía en escuchar trece
piezas musicales como el Nessun dorma de Puccini, Las cuatro estaciones de
Vivaldi o Barcelona –canción de los Juegos Olímpicos de 1992–, generalmente sin
letra, para no alterar el contenido de la música.
Los voluntarios incorporaron tres canciones con las que
'disfrutaban' personalmente. “Algunos de los pacientes con anhedonia musical
pedían consejo a amigos o a familiares para escoger las piezas”, explica a Sinc
Josep Marco, uno de los autores.
En el segundo ejercicio, los participantes debían
responder rápidamente ante estímulos visuales si querían ganar un dinero o
evitaban perderlo.
Los resultados indican que aunque las personas con
anhedonia musical no disfrutaban con Vivaldi, su fisiología y sus corazones se
aceleraban cuando podían ganar dinero extra.
“Dada la naturaleza abstracta y compleja del sistema de
recompensa musical, las emociones evocadas por la música no solo se procesan en
este sistema sino que también intervienen otras áreas cerebrales relacionadas
con la percepción musical” añade Marco.
Música triste para el cerebro
Un año más tarde, los investigadores volvieron a reunir a
la mayoría de voluntarios para estudiar la consistencia del experimento
realizado. En esta ocasión, se les pidió que asociaran la música que escuchaban
a cuatro tipos de sentimientos: felicidad, miedo, tristeza o paz.
Todos los voluntarios, incluidos los que padecían
anhedonia musical, supieron reconocer estas emociones en las piezas.
“Aunque sintamos tristeza, nuestro sistema de recompensa
se activa”, añade Marco. “No solo pasa con la música. De hecho, una de las
razones por la cual nos gustan las películas de miedo o los dramas es porque
nos evocan emociones, y todo el circuito emocional está conectado con el
sistema de recompensa”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario