Vemos caras en las nubes, en los dibujos de las cortinas
o las alfombras, en las tostadas del desayuno, en una mancha o en la pared...
Nuestro cerebro es muy hábil percibiendo rostros donde en realidad no los hay.
Estas percepciones ilusorias se denominan pareidolias y son muy comunes. Y
ponen también de manifiesto que nuestro sistema visual y nuestro cerebro están
adaptados para percibirlas.
Esta tendencia a detectar rostros en lo que simplemente
es un estímulo visual ambiguo y aleatorio sin una forma concreta, como una
nube, podría tener un alto valor adaptativo. Puesto que las caras tienen gran
importancia en nuestra vida social, es más ventajoso verlas casi por todas
partes, que dejar de percibirlas. Algo que ocurre en un raro trastorno
denominado prosopagnosia (del griego prosopon, rostro, y agnosia, dificultad
para reconocer). Es un tipo de «ceguera» específica para reconocer los rostros
que incapacita a las personas para formar la imagen de una cara, aunque pueden
percibir sus componentes individuales: ojos, boca, nariz...
Algo tan simple como el juego de ver caras en las nubes
ha interesado a los neurocientíficos, por el conocimiento que aporta sobre el
cerebro. De hecho, las pareidolias con forma de cara indican que el cerebro
está trabajando de forma equivocada, emparejando estímulos ambiguos con las
representaciones internas de rostros. Y esta ilusión es importante para
entender cómo el cerebro integra en realidad las partes de un rosto para que lo
percibamos como una cara.
Un artículo recientemente publicado en la revista
«Cortex» se ha ocupado de este tema.
Percepción sesgada
En el experimento, a los participantes les mostraron
imágenes ambiguas en las que aparecían puntos en distintas tonalidades de gris.
Los investigadores les dijeron que en la mitad de estas imágenes podía
percibirse una cara, lo cual no era cierto. El 34% de los participantes fueron
capaces de ver caras en las imágenes. El propósito era averiguar si el área
específica para el reconocimiento de caras (AFF) se activaba cuando los
participantes decían ver en las imágenes de puntos una cara. Algo que
comprobaron mediante resonancia magnética. Y en efecto, así fue.
Mientras los participantes tenían la ilusión de ver una
cara en los puntos, el AFF se activaba. Y esta activación esta relacionada con
la vividez con que percibían la cara: Cuanto mayor era la actividad detectada
en el AFF, mayor era pareidolia que experimentaban.
Esta área del cerebro es fundamental para unir cada parte
de la cara y “formar” un rostros, algo que los expertos en neurociencia
denominan procesamiento de abajo arriba.
Visión sesgada
En otras palabras, que la corteza prefrontal envía
señales al área de procesamiento de las caras para que interprete las señales
que recibe de la corteza visual (determinadas formas en una nubes, unos puntos,
etc) como integrantes de una cara a pesar de que en realidad no es una cara.
Una visión un tanto “sesgada” que da lugar a la pareidolia.
Además de la corteza prefrontal, la corteza visual y área
de reconocimiento facial, intervienen otras estructuras en estas ilusiones y
forman una red especializada en la percepción de caras a partir de estímulos
ambiguos.
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