Los pacientes que recuperan peso después de seguir una
dieta yoyó, aquellas muy restrictivas con las que se pierden kilos rápidamente,
son más susceptibles a padecer resistencia a la insulina y, a la larga, desarrollar
diabetes mellitus tipo 2. Así lo explican los científicos del Centro de
Investigación Biomédica en Red de la Obesidad y la Nutrición (CIBERobn) en un
estudio publicado en la revista Metabolism Clinical and Experimental donde
también exponen una relación directamente proporcional entre la irisina y la
resistencia a la insulina en las personas que recuperaron el peso inicial. Este
hallazgo abre interrogantes sobre las bondades atribuidas a esta hormona,
descubierta hace apenas dos años, a la que se le asignaba un papel fundamental
contra la obesidad por su capacidad de quemar grasa.
El equipo del CIBERobn, liderado por Ana B. Crujeiras,
estudió a 136 pacientes obesos que siguieron una dieta hipocalórica de ocho
semanas para bajar de peso. Entre cuatro y seis meses después de acabar el
tratamiento, el 50% de las personas habían recuperado los kilos perdidos y
fueron clasificados como insulino-resistentes, "el paso previo a
desarrollar diabetes tipo 2", explica Crujeiras. Los investigadores
descubrieron además que las personas que habían engordado de nuevo presentaban
mayor concentración de irisina en sangre tanto antes como después de la dieta
lo que, según Crujeiras, sugiere una "predisposición de estos pacientes a
ganar peso después de seguir una dieta".
Estas observaciones contradicen, aparentemente, lo que se
había puesto de manifiesto en el primer artículo que describió la actividad de
esta hormona. "Se vio que la irisina se segregaba al hacer deporte y
ayudaba a quemar calorías", cuenta Crujeiras. Los investigadores de la
Escuela de Medicina de Harvard que la descubrieron crearon incluso una compañía
para desarrollar un fármaco que reprodujera el efecto de la hormona para
mejorar el tratamiento de la obesidad. Esta paradoja se puede explicar, según
la autora del estudio, mediante dos hipótesis: "o bien esta hormona no
actúa como se pensaba (eliminando el exceso de tejido adiposo blanco), o no
funciona como debería en pacientes obesos".
¿Juega un efecto protector o no es tan buena como se
presentaba? "Los ensayos que se han hecho con pacientes sin obesidad
revelan que la hormona se asocia con un menor riesgo a padecer diabetes tipo 2,
mientras que en obesos vemos el efecto contrario", aclara la científica.
"El campo de la irisina sigue muy abierto. Todavía no se conoce su
mecanismo de acción, ni el receptor al que se une. Hay que ver si tiene un
patrón diferencial dependiendo de la patología y, en el caso de la obesidad,
tenemos que averiguar si hay un bloqueo de la hormona o si el receptor no está
funcionando correctamente. Puede que las personas obesas estén secretando más
irisina para compensar el efecto perjudicial de la obesidad sobre el
metabolismo de la glucosa", sugiere. "La primera vez que se habló de
esta hormona se generaron muchas expectativas para encontrar un tratamiento
eficaz contra la obesidad. De momento es pronto para tirar por tierra los
efectos beneficiosos que se le atribuían. Tenemos que seguir trabajando".
No hay comentarios:
Publicar un comentario