La extinción masiva más grande en la historia de la vida
animal ocurrió hace unos 252 millones de años, acabando, según algunas
estimaciones, con más del 96 por ciento de las especies marinas y
aproximadamente el 70 por ciento de las terrestres, incluyendo a los insectos
más grandes conocidos que han existido en la Tierra. Múltiples teorías han
intentado explicar la causa de esa extinción. Entre ellas figuran el impacto de
un asteroide, erupciones volcánicas masivas, o una cascada catastrófica de
trastornos medioambientales. De hecho, es probable que las tres cosas
ocurrieran.
En cualquier caso, localizar la causa exacta de la
extinción, o el acontecimiento que lo inició todo, exige disponer de mejores
mediciones sobre la duración del periodo de extinción.
Ahora, el equipo de Sam Bowring, del Instituto
Tecnológico de Massachusetts (MIT) en la ciudad estadounidense de Cambridge, ha
determinado que esa extinción de fines del Periodo Pérmico ocurrió en unos
60.000 años, con un margen de duda de 48.000 años de más o de menos, pero en
cualquier caso de forma prácticamente instantánea, desde una perspectiva
geológica. La nueva cronología acorta significativamente el periodo en el que
tuvo lugar la extinción. Los valores anteriores eran mucho más imprecisos.
La nueva cronología se basa en técnicas de datación más
precisas que las usadas en estimaciones previas, e indica que la más grave
extinción de la que se tiene conocimiento en la historia de la Tierra pudo
haber ocurrido más de 10 veces más rápido de lo que los científicos habían
asumido previamente.
El hallazgo aclara el calendario de la extinción pero
rodea ésta de más misterio, ya que, tal como argumenta Bowring, una
aniquilación tan grande en un periodo tan pequeño resulta más difícil de
explicar que si se hubiera desarrollado a lo largo de un periodo más extenso.
"Una extinción excepcional requiere una explicación excepcional",
resume Bowring.
Además de establecer con una precisión mucho mayor la
duración de la extinción, el equipo de Bowring también encontró que, 10.000
años antes de la hecatombe, se produjo lo que parece ser una adición masiva de
dióxido de carbono a la atmósfera. Este cambio drástico pudo provocar una
acidificación generalizada en el mar, y un aumento de 10 grados centígrados o
más en las temperaturas oceánicas, exterminando a la mayoría de la vida marina.
Hay indicios de que esa descarga masiva de dióxido de
carbono a la atmósfera fue el resultado de pavorosas erupciones volcánicas cuya
lava incendió inmensos yacimientos de carbón, con el resultado de emisiones
colosales de dióxido de carbono y otras sustancias tóxicas que exterminaron a
cuantiosas formas de vida. Uno de los principales candidatos como lugar donde
se originó esta oleada imparable de daños medioambientales es una zona
siberiana caracterizada por una sucesión de raras colinas que parecen grandes
escalones o terrazas, y que son conocidos como las Traps Siberianas. El término
"Traps" deriva de la palabra sueca "Trapp", que significa
escalón.
Para confirmar si las Traps Siberianas son realmente una
prueba definitiva del mecanismo por el que se desencadenó la extinción, el
equipo de Bowring y Seth Burgess planea obtener una cronología igual de precisa
para las erupciones de las Traps de Siberia, y compararlas con la cronología de
la extinción obtenida en el último estudio, para ver dónde los dos eventos se
superponen. Los investigadores examinarán áreas adicionales en China a fin de
comprobar si la duración de la extinción puede ser determinada con una
precisión aún mayor.
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